lunes, 15 de noviembre de 2021

Tu foto.

Ayer tarde hablé con ella. Charlamos de todo un poco. Vivimos tan lejos y con horarios tan dispares, que ha sido como un abrazo amoroso casi presencial. 
No hubo video llamada. No podíamos vernos. Sólo intuirnos, sabernos cerca.
Mañana estaremos de fin de semana y podremos seguir con tiempo.
Promete llamarme, pero conociéndola, seguro que se le pasará. 
Me aferro a una foto y la imagino en este día otoñal por aquellos lares.
Hoy discurre su sábado.
Se siente relajada luego de una semana de intenso trajín. 
Se sienta plácida y gentilmente detrás de su escritorio. Si parece contorsionista! Le encanta poner su pie sobre la silla, como cuando era una niña. Sería su postura habitual de jornadas tranquilas y felices.
Alguien, así, desprevenidamente, osa tomarle una foto a la que ella parece ofrecerse sin regatear. Mira a la cámara con su sonrisa sin igual, y.... flasss. La mejor imagen quedó plasmada. Es una hermosa mujer, de entre casa, de descanso, de desenchufe. 
El móvil que la acompaña, reposa sobre una página del libro de turno. Lee uno u otro? Los dos?
Parece que hace fresco. Pero ella es cálida, entregada, transparente como un cielo igual de celeste que su abrigo.
Esta es su mañana y mi tarde de no hacer nada. Ella lee, yo escribo. 





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