lunes, 15 de noviembre de 2021

Tu foto.

Ayer tarde hablé con ella. Charlamos de todo un poco. Vivimos tan lejos y con horarios tan dispares, que ha sido como un abrazo amoroso casi presencial. 
No hubo video llamada. No podíamos vernos. Sólo intuirnos, sabernos cerca.
Mañana estaremos de fin de semana y podremos seguir con tiempo.
Promete llamarme, pero conociéndola, seguro que se le pasará. 
Me aferro a una foto y la imagino en este día otoñal por aquellos lares.
Hoy discurre su sábado.
Se siente relajada luego de una semana de intenso trajín. 
Se sienta plácida y gentilmente detrás de su escritorio. Si parece contorsionista! Le encanta poner su pie sobre la silla, como cuando era una niña. Sería su postura habitual de jornadas tranquilas y felices.
Alguien, así, desprevenidamente, osa tomarle una foto a la que ella parece ofrecerse sin regatear. Mira a la cámara con su sonrisa sin igual, y.... flasss. La mejor imagen quedó plasmada. Es una hermosa mujer, de entre casa, de descanso, de desenchufe. 
El móvil que la acompaña, reposa sobre una página del libro de turno. Lee uno u otro? Los dos?
Parece que hace fresco. Pero ella es cálida, entregada, transparente como un cielo igual de celeste que su abrigo.
Esta es su mañana y mi tarde de no hacer nada. Ella lee, yo escribo. 





Ritual.

¿Qué tal?
¡Hace tanto que no te veo!
Pero te recuerdo muy seguido últimamente.
Eras un hombre alto. Muy bien parecido. De la vieja usanza. 
Elegante hasta para ir a comprar el pan o llevar a las chicas al colegio. Camisa de mangas largas y corbata para el otoño,
y de mangas cortas en verano. Pantalones oscuros y altos, con el infaltable cinturón a tono.
Una cuerda colgada al cuello perforaba una nuez moscada que según decías, ahuyentaba no sé qué fantasmas. Unos 
calcetines altos, los cortos no eran de tu estilo, y unos zapatos impecables que lustrabas con prolijidad antes de 
calzártelos.
Y ese gesto tan tuyo antes de abrir la puerta para salir. Cogías tu sombrero de copa ancha, negro o marrón, dependiendo.
Era todo un ritual. Tomarlo entre las manos, mirarlo bien, como si nunca lo hubieras visto. Llevártelo a la cabeza. Que 
encajara suave pero firme. Y con ese ademán tan tuyo de: ya está.
Me gustaría volver a vértelo poner. Pero te tengo en mi memoria.
Te extraño papi.

Cita a ciegas...

A él le llama la atención su sonrisa. Es lo primero que vio.
Mujer adulta escondiendo su mirada detrás de esas enormes gafas.
¿Pelo teñido? Seguramente, esas canas que quizás ya inunden su cabeza
descubrirían sus años, a pesar de su apariencia.
Él piensa que a ella le gusta acicalarse, y que se la vea. De ahí los largos pendientes plateados y blancos que cuelgan de sus orejas. La ve feliz, sin ataduras. Pero le queda una duda... ¿Por qué se fotografía detrás 
de un barrote? ¿De qué lado está? ¿Dentro o fuera? ¿Delante o detrás?
Le gustaría hablar con ella para que le cuente si su vida es tan luminosa como el fondo de esa estampa. Si tiene risa fácil o sólo para determinados momentos. Si le molesta tanto el sol que necesita cubrirse.
Sabe que una foto es sólo una aproximación, un inicio de una relación que tal vez pueda ser.
Él ha enviado la suya. Ella está en la misma situación. Le gustó lo que muestra. Ahora debe escribir algo para iniciar el diálogo.
¡Se descubre a su edad tratando de conocer a alguien con métodos tan raros! Sabe que es como se hace en estos tiempos. Lo medita un día y otro. Le da un poco de coraje.
Un día se decide. Espera que un "hola, ¿qué tal?" pueda ser el comienzo de una conversación interesante, con una mujer que también lo parece.
A esperar la respuesta.
Pasan los días hasta que un sonido del móvil le avisa que tiene mensaje. 
Lo lee y...

domingo, 7 de noviembre de 2021

Sabandija.

Era verano? Primavera? Sólo sé que un sol radiante lo cubría todo. Era un glorioso fin de semana en el campo.

Allí íbamos con el que era mi chico. La finca de su abuelo en las afueras, bien afueras, de Buenos Aires. Su padre era el encargado del tambo.

Luego de casi tres horas de viaje, ahí estábamos.

Una llanura verde con olor a vida detrás de la tranquera se abría ante mis ojos. Nos recibieron los perros con su ladridos conocidos y sus rabos en danza a la espera de nuestras caricias.

Yo miraba buscándola.Y allí estaba. La Sabandija, una yegua percherona. Alta, enorme, marrón. Su cabeza se erguía entre elegante y orgullosa, y una mancha blanca a lo largo de su hocico endulzaba sus facciones. Largas crines renegridas se ofrecían sobre sus ojos saltones y profundos. Su mirada firme pero tierna.
Torso robusto. Patas fuertes, como para soportar su peso y el del jinete, con cascos amplios y grises. Una cola lanuda, igual de oscura, casi le llegaba al suelo.
Me acerqué lentamente. Me saludó con su relincho de bienvenida. Reposé mi cabeza mientras abrazaba su cuello. Sentí que me invitaba a montarla. Cuántas ganas tenía.

Juntas nos fuimos, primero a paso lento y luego a todo galope, a disfrutar del día.

Otoño.

Estación de espacios naranjas, amarillos, ocre, como la miel de los panales.
De sabores más tibios y dulces.
De amaneceres tardíos.
De atardeceres precoces.
De humedades matinales que empañan rutas y campos.
De hojas que caen como la lluvia en la tormenta.
De alfombras crepitantes en calles casi vacías.De silencios compartidos con ése que regala el espejo.
De cobijos y úteros introspectivos y cálidos.
De soledades pandémicas.
De días de lectura.
De tardes de mantas.
De noches abrigadas.
De cosechar lo sembrado y de conservas caseras.
De replegarse.
De adormecerse y soñar con pasiones casi perdidas.
De notas y silencios, como se escribe la música en  pentagrama de la vida.

La maleta verde manzana.

Una maleta verde manzana, las de cabina, vieron?

Camina a mi lado, sin que nadie la dirija.
La observo intentando ver los hilos o las manos que la mueve. Pero nada, nadie!
Intento no hacerle caso. Me detengo y ella.... se detiene a mi vera. Corro y ella me sigue. Me asusto, creo que he perdido la cabeza. Me cubro los ojos con mis manos enguantadas. Escucho cómo el carro se aleja.

Despacio, muy despacio abro mis ojos y ya no la percibo cerca. Miro alrededor y la veo que me llama, como para que la siga.

El miedo ha desaparecido. Voy hacia ella 
Me muestra una calle iluminada en una noche húmeda. Parece que me habla y me guía.

La sigo. Una calle, otra, otra. No llego a ninguna parte. Estoy en alguna parte.

Se detiene debajo de un farol alto, renacentista, que destella calor.

Escucho cantos gregorianos que salen de un gigantesco edificio que no había visto.
Estoy delante del Sacre Coeur.

Mi piel se eriza. Mis ojos lagrimean.

Y....... Ahí me despierto.  

lunes, 25 de octubre de 2021

Remedios.

Mi abuela no era de palabras. Era de hacer, hacer, hacer. De hecho, no sabía leer ni escribir. Fue madre soltera a principios del  siglo pasado, que era mucho hacer. Se subió a un barco. Y después de quien sabe cuántos días y sus noches, con sus compañeros de travesía en una tercera o  cuarta clase (que es la clase en donde viajaban los pobres), y en los que debió haber pasado frío y hambre, llegó al puerto de Buenos Aires para iniciar una nueva vida. Nunca dijo nada de todo esto. Ni porque se fue de su aldea, un perdido pueblo allí por Lugo, al que nunca más vería.                      Cuenta un vecino del pueblo, al que conocían por Mr músculo, que la recordaba correr por sus campos, riendo feliz de la mano del que era su hombre, un fontanero bretones. Hasta conoció el fruto de ese amor, una niña, mi madre.                                                                  Una vez que se marchó supusieron  que habían partido juntos, ya que a él no volvieron a verle. Según este aldeano, así actuaban las  parejas que pasaban por lo mismo. Dejaban al hijo con la familia y una vez ubicados en  el nuevo país, los mandaban buscar. Aparentemente así era más fácil instalarse y tramitar el reencuentro para cualquier pareja de inmigrantes. Pero no fue su caso. Nunca conocí a mi abuelo biológico.                                                                  Se habrán subido a barcos distintos?                                                                                          Parece ser que esto era bastante más habitual de lo esperado.

Jamás se supo. Jamás lo dijo.

Mi abuela Remedios no era de palabras. Era de hacer.                                                                              La recuerdo ensimismada en la cocina, cocinando para su pequeña familia.    Tejiendo incansable abrigos preciosos que nos calentaban en los días de invierno. 

Años después de su llegada,  se casó con otro gallego, de Ourense, éste, que había llegado huyendo de la guerra contra Marruecos. Y él, además, adoptó a su hija.

Mi abuela no era de palabras.

Hizo de ese hombre mi abuelo, tan de risas y panderetas. De cantos y jotas, al que adoré desde el alma y con todo mi corazón.                                                                                                                          Cuando me enteré parcialmente de esta historia, mi abuela ya no vivía.                          

Mi abuela no era de palabras.

Hizo de la muerte el lugar de las palabras y de su historia nunca dicha.

jueves, 17 de junio de 2021

Just do it!

No quería ir.
Ni menos entrar.
Le causaba una emoción extraña, como de extrañas eran sus sensaciones últimamente.
Pero se dijo: just do it. Vamos, vé.
Y hacia allí fue. 
Aparcó el coche y bajó.
Se fue acercando a la entrada.
Las puertas automáticas se abrieron como en un abrazo postergado.
De pronto, allí estaba, dentro de ese local del que creía no acordarse de casi nada.
Le invadieron recuerdos de otras épocas.
De sus primeros meses de inmigrante, a donde iba con los ojos grandes y el corazón fruncido en busca de todo aquello que se necesita en una casa: alimentos, productos de limpieza y demás, desconociendo precios, artículos,  leyendo en las etiquetas para saber de que se trataba y para que servían, en donde no se podía  comparar casi nada, descubriendo como una niña, lo que en su país no había.
Con miedo a gastar mucho, no fuera a ser que no alcanzase para llegar a fin de mes (con lo que estaba bien familiarizada). Queriendo llevarse casi todo para probar, intentando hacerse a un lugar tan nuevo, tan añorado, tan diferente.
Le entraron ganas de llorar, tonta de ella, se decía.
Y como era su costumbre, se contrajo.
Ya llevaba más de 10 años instalada y sus últimos 6 en su querido pueblo.
Fue en ese discurrir en el que se preguntó cómo no había podido ser consciente de tanto cambio, no sólo de territorio, sino en si misma.
Esa pandemia había hecho que surgieran temas que equivocadamente suponía superados.
Sus muertos reaparecieron para hacerle darse cuenta cuanto los había amado, cuanto los echaba de menos, y su imposibilidad de haberlos duelado. Siempre hubo que seguir y seguir, sin detenerse a sentir.  
Por su cabeza también surgieron sus fracasos, gracias a los que pudo aprender y crecer, sus amores con quienes supo de abrazos y caricias.
Las risas, los llantos, las alegrías, las tristezas, la vida misma.
Le pareció muy tonto que la simple visita a un supermercado le hubiese producido este alboroto emocional.
Después de descartar esto menosprecio a sí misma, entendió.
Sus últimos meses habían sido de un arduo, doloroso y desgarrador encuentro con lo que había escondido debajo de un caparazón que lo único que le permitía era  hacer, hacer  y hacer.
Esa actitud incansable le permitió transitar por la impotencia,  la responsabilidad,  el miedo, la realidad  de un virus del que se iba conociendo día tras día. la finitud, la muerte. Que había estado junto a sus compañeros de trabajo, en primera línea en una trinchera de lo que había parecido una guerra.
Eso le había cobrado su factura.
Por vez primera se percató que se había perdido de mucho.
Pero no estaba dispuesta a continuar en automático.
Ya era tiempo de seguir adelante con el corazón en la mano, con los cinco o más sentidos, con los poros bien abiertos para recibir el viento de la mañana, o la lluvia, o el calor, o lo que se presentase delante.
Sabía que era posible, o por lo menos, estaba en ello.
Escurrió las lágrimas que se habían desbordado sin permiso.
Recorrió los pasillos del lugar.
Compró lo que la había llevado ahí.
Saludó con una sonrisa a la cajera.
Pagó
Y se fue tan reconfortada como si hubiera descubierto un nuevo horizonte frente a sus ojos.
Subió a su coche y condujo rumbo a su hermoso piso.
La aguardaba una ducha reparadora.
Un cuaderno nuevo y un boli en donde comenzar a escribir nuevas historias, algo que le encantaba y que por tanto tiempo había olvidado, también estaban prestos a su servicio.








martes, 5 de mayo de 2015

Por fin...

Oh, la espuma, la espuma!!!

Es como la esperma que el mar deposita en la orilla..........

El océano ama la playa, le entrega toda su agua, y con ella toda su espuma.

Tal vez por eso nunca pudo separarse el mar de la orilla. El y ella se entregan con un amor profundo, sin límites, con el compromiso eterno de estar, permanecer, llenarse y dejarse llenar, y siempre recomenzar.

Hasta en las tempestades uno se afirma sin miedos en el otro.

Se hablan, se comprenden, se alían, se unen, se complementan, mas nunca se simbiotizan. Dejarían de ser ellos.

A veces parecen discutir. Él le grita, ella se amansa, lo amansa; por momentos ella se siente más fuerte, y en esta charla de fuertes vientos, él la abraza acariciante. Entran a jugar; él se escapa a su interior, ella lo busca y lo sigue en sus profundidades, y continúan así el cortejo seductor sin fin.

El sol les da su calor, la luna ilumina sus noches, las estrellas son su manto celestial y etéreo. Las nubes y la lluvia, el viento y el horizonte, las caracolas, las algas y los peces enmarcan la inmensidad de sus existencias.

Que grande, que hermoso, que eterno este convivir amoroso sin preguntas (no hacen falta) sin respuestas (está todo dicho) de esta pareja sin par que nos ha enseñado tanto.
Has sido ese océano, y yo esa orilla, nacidos en el comienzo de los tiempos.
 Y ellos nos miran regocijados ........ por haberlos comprendido!!!!!

domingo, 17 de junio de 2012

Todo está donde debe estar


La iridiscente tela de araña que conecta ambas varas de junco a los lados del río se mece al ritmo del viento sin negarse.
El agua que dibuja su rumbo a cada segundo besando la vera de la costa.
Los pájaros y sus trinos que dan aún más sonido al entorno.
Las diminutas hormigas que transitan intentando recorrer mi esterilla entregada sobre el césped.
El murmullo de esa cascada cercana que modula el tono del mismo torrente.
Este cuaderno gentil que se regala ante mis ojos.
Este bolígrafo negro que desliza cada palabra y con ella cada pensamiento.
Una golondrina que surfea sobre las aguas imprimiendo su silueta y dejando su estela.
El tronco de un árbol que flota mansamente.
Aquel grupo de jóvenes deportistas que llenos de energía hablan en ese español tan ibérico deleitando mis oídos.
La sombra de las hojas que se reflejan en este suelo árido sediento de lluvia.
Las pequeñas margaritas llenas de vida que se entrelazan con hierba seca sobre un suelo deshidratado.
Y el cielo, celeste, transparente, contundente que ilumina absolutamente todo.
Hasta ese puente rojo sangre, recuerdo de la guerra civil, está en donde debe estar.
Y yo observando y siendo parte de este todo.
Todo fluye.
Este paisaje enseña, si uno se deja.

sábado, 8 de octubre de 2011

Un pequeño homenaje

La imagino feliz y sonriente de la mano de su amor de toda la vida.
Los veo jovenes, sin tiempo, casi transparentes en un lugar sin espacio y sin prisas. Sin culpas y sin rencores.
Los siento reencontrandose despues de una corta separacion.
El ya no necesita escribirle una carta de amor.
Ella ya no tiene que leer ninguna.
Estan juntos, por fin y para siempre

sábado, 23 de octubre de 2010

Ruido repetido

Otra vez en el ruido de la agitación cotidiana.
Muy lejos quedaron atrás los días marinos.
La playa, en esta diaria vida citadina, no es más que el cemento asfáltico, negro y lúgubre como el vapor fétido que soplan los escapes de los autos.
Las gentes alocadamente suben, bajan, corren, saltan, casi vuelan, llevándose su propia existencia por delante.
Sus miradas son el fiel reflejo de la tierra que pisan.
Están ahí, sin saber como ni porque, no miran, no ven, no escuchan, no huelen, no sienten.
No de nada.
Son grandes muñecos gobernados por quien sabe que cosas.
¿En dónde andan? ...........
En sus mundos, sus problemas, sus locuras, sus familias, sus pobrezas, sus vergüenzas.
Están inmersos en una gran calesita monstruosa, transparente y pegajosa, que gira y que gira, marea y confunde.
¿A dónde van? .............
A buscar la sortija de la fe para probar nuevamente suerte en un partido vertiginoso en el que ellos no juegan, y lo más triste de todo, es que ellos ni están enterados.
Y así hasta la próxima vuelta, en donde la miseria volverá a acompañarlos, quitándoles ganas, sacándoles esperanzas, robándoles los sueños, metiéndoles miedo.
Pero de nuevo a ........girar.
Otra cosa no saben hacer.

jueves, 21 de octubre de 2010

Presencia


Escondida detrás de un médano, al resguardo del viento frío del sur, adivino el oleaje crispado del mar.
Me siento como pez en el agua, en estas zonas en donde la energía del universo tiene olor a profundidad y a sal.
El rugido humeante y salino de su voz me infunde fuerzas para seguir.
Es como si pudiera, como desde hace tantos siglos, transmitir la sabiduría de los viejos, que con sus consejos tiernos, alivianan el dolor.
Estoy casi despidiéndome, como tantas otras veces. Pero lo bien que me hace encontrarme con él.
Siento fundir mis lágrimas con su bravura. Parece enojado (sólo en apariencia) pero a mí me envuelve y me acaricia, me habla y me abraza, me mima y me da ganas.
Hoy está triste.
Sus aguas grises, su espuma blanca, me saludan desde tan lejos, al igual que un padre despide a un hijo. Pero por lo menos pudimos estar cerca unos días.
Mis ojos te lloran, mi alma te cobija, mis pulmones te extrañan, mi piel te añora.
Pero te llevo en mi mente,..........
hasta la próxima vez.

viernes, 15 de octubre de 2010

Universos

La vida es un libro interminable de universos desconocidos.
Se escriben minuto a minuto andares y regresos, y uno, sin darse cuenta.
Este momento es ahora, y ese ahora ya es pasado.
El futuro está entre las manos sin poder alcanzarlo.
Es juguetón como un niño e impredecible como el viento.
Escurridizo como el agua, agobiante como una tarde húmeda de verano.
Y en mi microscópico mundo, de sensaciones interminables, trato de asirme de todo para no perderme de nada.
El todo y la nada, el blanco y el negro, la luz y la oscuridad, el sol y la luna, el día y la noche.
Pero en este intento loco, me pierdo del bosque sólo por mirar el árbol.
Me quedo sin lo bueno y valioso, anclándome en lo que tal vez pueda darse.
Esta incapacidad que los humanos tenemos de no permitirnos descubrir lo esencial invisible, la sonrisa del otro, nuestra propia alegría interna, las ilusiones guardadas, la certeza de estar vivos.
Y así se nos escapa la vida, tan larga y tan corta. Tan larga para padecerla, pero tan corta como para darnos cuenta que sería mucho más sencillo si pudiéramos entender que este minuto es único y que jamás se podrá repetir.

jueves, 7 de octubre de 2010

La espuma

Oh, la espuma, la espuma!!!

Es como la esperma que el mar deposita en la orilla..........

El océano ama la playa, le entrega toda su agua, y con ella toda su espuma.

Tal vez por eso nunca pudo separarse el mar de la orilla. El y ella se entregan con un amor profundo, sin límites, con el compromiso eterno de estar, permanecer, llenarse y dejarse llenar, y siempre recomenzar.

Hasta en las tempestades uno se afirma sin miedos en el otro.

Se hablan, se comprenden, se alían, se unen, se complementan, mas nunca se simbiotizan. Dejarían de ser ellos.

A veces parecen discutir. Él le grita, ella se amansa, lo amansa; por momentos ella se siente más fuerte, y en esta charla de fuertes vientos, él la abraza acariciante. Entran a jugar; él se escapa a su interior, ella lo busca y lo sigue en sus profundidades, y continúan así el cortejo seductor sin fin.

El sol les da su calor, la luna ilumina sus noches, las estrellas son su manto celestial y etéreo. Las nubes y la lluvia, el viento y el horizonte, las caracolas, las algas y los peces enmarcan la inmensidad de sus existencias.

Que grande, que hermoso, que eterno este convivir amoroso sin preguntas (no hacen falta) sin respuestas (está todo dicho) de esta pareja sin par de la que nada tenemos que ver.

Si hubieses sido ese océano, y yo esa orilla, nacidos en el comienzo de los tiempos, ellos nos mirarían regocijados ........ por haberlos entendido!!!!!

domingo, 15 de agosto de 2010

Reinventándome

Me despierto todas las mañanas (gracias a Dios que todavía puedo o me deja) con una gran desolación.
Triste, desdibujando en el aire una palabrota, un otra vez a empezar!
a veces es solo eso.
Hay otros amaneceres más húmedos, muy lacrimógenos, con sabor amargo, ácido, hiriente, y desagradable que escupe la realidad y contra el cual no hay escapatoria.
Con ansias locas de una amor tibio y acariciante que acompañe ese despertar, y ponga luz al resto del día.
Me poseen los recuerdos de una casa alborotada, llena de vida, con música, con voces, con charlas o discusiones que acompañaban una rica comida, compartiendo momentos inéditos, irrepetibles.
Puertas que se cierran, otras que se abren, duchas calientes que enfrían el agua del termo tanque, mates a toda hora, heladera sin necesidades, cocina con platos recién lavados, lavarropas sonando a diario.
Olor a pollo al horno, o a guisos, calor a tostadas, aliento a familia color pastel.
Y ahora?
Esto, el levantarse en el silencio, sin nadie a quien despertar, con ese peso de mas de lo mismo, pero de todo distinto.
Más de esa ducha matinal que repare y se lleve la angustia.
Más de esa bata fucsia, que arrope mi frío externo. Mas de lavarme los dientes para barrer las maldiciones.
Más de mirarse al espejo sin mirarme.
Más de rearmar una cama vacía, y de ordenar la ropa que se ha usado.
Más de untarse el pechito argentino, vestirse, perfumarse, emperifollarse como diría mi abuela.
Más de bajar las archiconocidas escaleras que me acercan al mundo de lo cotidiano social.
Prepararme el desayuno con mucha fruta, mucho cereal, semillas de lino, de amapola, girasol, el mijo molido, el germen de trigo, mi infaltable cucharadita de miel que a la vez de proveerme de la energía matinal, endulce el inicio del día.
Más de tratar de prolongar con esto una juventud eternamente, marchita de ganas.
Más de abrigarse, recoger mi pesada cartera, colocarla al hombro, tomar mi libro de turno, acicalar mi celular que me comunica con el resto del mundo.
Más de prender el manojo de llaves de casa, abrir la puerta, no sin antes haber encendido un sahumerio cuyo perfume me estará aguardando al regreso, y apagado alguna luz que haya iluminado.
Más de encontrarme en un mundo distinto al que acabo de dejar.
Dar un portazo, cerrar con trabex, y salir a seguir.
En realidad a empezar otro día más.
A intentar sobrevivir en este país donde hay que construir el día a día sin posibilidad de repensarse para un mañana mediato.
Es el hoy.
Sólo el hoy.
Casi sin proyectos, sin ganas, sin te quieros, sin salida.
Sola, entre tantos otros iguales a mí.

El viaje

Dentro de unas horas despega el avión.
En mis entrañas siento latir su cercanía.
Cómo cuando la pensaba antes de concebirla!
Que maravilla y que milagro increíble.
Estoy a punto de parir un sueño, tenerla entre mis brazos otra vez.
Ya llego, pero ahora..... llamo y llamo. Cuelgo y cuelgo.
Cuadro surrealista de promesas en colores.
Llamo y llamo.
Ocupado todo el tiempo.
Pero mientras llamo y cuelgo, me imagino haber preparado una sencilla y humilde mochila. Solo lo necesario esta vez.
Hace frío. Hoy nevó todo el día.
Algunos pulóveres, unos cuantos pares de medias, un par de zapatillas cómodas, un buen abrigo, y... hala!
Llamo y cuelgo. Sigue ocupado.
Parece que todos estamos queriendo comunicarnos.
Que loco, no? Todos tan incomunicados a la vez.
Dibujo su cara al vernos llegar así, de repente, sin aviso, de sorpresa, arropadas en una inmensa sonrisa.
Que más hace falta?
Llamo y...... ocupado. De nuevo a colgar.
Marco redial diez, veinte, tantas veces.
Mientras tanto planeo en voz alta como nos vamos a encontrar. Vendrá a casa o iré a la suya. Mezclo el aquí y el allá.
Repasaremos mil veces en silencio lo que no debemos olvidar.
La cámara de fotos, la filmadora, unos euros para el regalo. Necesita el microondas que no repuso.
Allí es más barato y es menos engorroso para transportarlo.
Es un largo vuelo. La unión de dos continentes, de dos generaciones.
Madre e hijas, colonia y patria?
No importa el nombre o el calificativo de este suelo que piso.
Vuelvo a deshacer el camino de mis abuelos para abrazar a mi hija.
También vuelvo a intentar que alguien del otro lado conteste.
Pero que increíble.
No puede ser!
Me habré equivocado de numero?
Lo llamo a él a ver si sabe algo de esta nueva línea aérea.
Como siempre, ni idea.
Yo también,............
Bueno, es que quiero asegurarme que no es un invento más, que puede ser verdad!No regalan nada, pero es posible.
Puedo invitar a su hermana, una de mis otras dos hijas.
Lo contenta que se puso!
Por qué se puso contenta, no?
No te ilusiones mami, una y otra vez.
Pero no, alguna vez vamos a poder lograrlo.
Ir juntas de visita; a recorrer de nuevo esas calles que me vieron un agosto ya hace más de dos años, transitar sola, hablando en voz alta, reafirmándome: pues hombre, que no es para tanto!
No, era para más!
A marcar otra vez.
Este teléfono esta andando mal seguramente, o el número esta equivocado.
Pero no, es el exacto.
Hay muchos como yo que también quieren hablar.
Cuantos de ellos tendrán algún ser querido del otro lado del océano y estarán como yo enloquecidos detrás de esta promoción de ida y vuelta, casi accesible!
No es alta temporada, es pleno y crudo invierno.
No es para andar dando vueltas bajo el sol, es para estar juntitas, dentro de la casa, al lado del hogar.
Ahora que recapacito, también habrá gentes que querrán esquiar y toman esa vía para llegar hasta algún centro de ski.
Que tonto de mi parte!
Hay otro mundo, en donde todo el año es carnaval, haga frío o calor, llueva o salga el sol.
Será posible que no pueda comunicarme?
Estoy a punto de tirar este celular.
Tengo odio.
Por que no se dejan de hablar un poco para que yo si pueda!Postergo la fecha de mis vacaciones.
Quien me hubiera dicho que así como así, en un abrir y cerrar de ojos, y sin mas, descansaría lejos del mar, bien en el centro de un país, alejado también de las montañas, de la arena, y del sol.
Esta relindo.
Mami, no te hagas ilusiones sigue diciéndome la única con la cual puedo compartir este momento.
Ya casi son las once, y.......
Hola, sí?, empresa de aviación?
Quiero dos pasajes para el sábado 19. Si, voy con mi hija.
Necesito estar allí el 28. Voy a regalarme su presencia, sabe?
El regreso para el 2, por favor. Porque solo salen los sábados y martes, no?
.......... Cómo que no hay?
Bueno, entonces para el 12 o el 26. No, no es posible!
Hace horas que estoy intentando y ahora Ud. me dice que ya no quedan!En lista de espera para el 12 y cuando se regresa?
No puede ser!Srta. Por favor, es que Ud. no entiende!
Mi hija esta allí y quiero darle una sorpresa.
No hay posibilidades?Y si voy a alguna agencia?O sea que están en línea con Uds.!
Me tiembla la vida, se ve borroso.
Una lágrima me retuerce el cuello, y se me anuda en el pecho.
Pero Srta., no hay manera?
............ bueno, muchas gracias de todas formas.
Siento el alma como un cristal resquebrajarse, hacerse añicos, cortando el hilo de los sueños, desarmando el escenario luminoso de esa fantasía mía, oscureciendo mi mirada, devolviéndole la tristeza que parecía haberse ido.
Te dije mami que no te ilusionaras!
Por qué no? Por qué no pudo ser?
Porque no podría ser si hubo otros que lo lograron. Por que nosotras no?
Solo han pasado menos de cuatro horas desde el inicio de este maratón.
Ya no aguardaré dos horas el preembarque.
No la abrazaré el día de su cumpleaños.
No tendré que armar ni desarmar valijas ni mochilas.
Seguiré con mis sandalias y vestidos de verano.
No habrá nieve, ni mimos, ni regalos, ni comidas en familia.
Ni corridas de último momento.
Ni aeropuertos, ni azafatas, ni vuelos reales.
Solo rearmarme de estas horas en las que fabriqué castillos en el aire y que ahora se desmoronan delante y dentro de mí.
Otra vez será.
Pero será de verdad.

domingo, 1 de febrero de 2009

Un himno a la vida .....

Qué maravilla!
A resistir, se ha dicho!!!
NO TE RINDAS
(Mario Benedetti)
No te rindas, aún estás a tiempo
De alcanzar y comenzar de nuevo,
Aceptar tus sombras,
Enterrar tus miedos,
Liberar el lastre,
Retomar el vuelo.
No te rindas que la vida es eso,
Continuar el viaje,
Perseguir tus sueños,
Destrabar el tiempo,
Correr los escombros,
Y destapar el cielo.
No te rindas, por favor no cedas,
Aunque el frío queme,
Aunque el miedo muerda,
Aunque el sol se esconda,
Y se calle el viento,
Aún hay fuego en tu alma
Aún hay vida en tus sueños.
Porque la vida es tuya y tuyo también el deseo
Porque lo has querido y porque te quiero
Porque existe el vino y el amor, es cierto.
Porque no hay heridas que no cure el tiempo.
Abrir las puertas,
Quitar los cerrojos,
Abandonar las murallas que te protegieron,
Vivir la vida y aceptar el reto,
Recuperar la risa,
Ensayar un canto,
Bajar la guardia y extender las manos
Desplegar las alas
E intentar de nuevo.
Celebrar la vida y retomar los cielos.
No te rindas, por favor no cedas,
Aunque el frío queme,
Aunque el miedo muerda,
Aunque el sol se ponga y se calle el viento,
Aún hay fuego en tu alma,
Aún hay vida en tus sueños
Porque cada día es un comienzo nuevo,
Porque esta es la hora y el mejor momento.
Porque no estás solo, porque yo te quiero.

Una crónica vital

Un miércoles con el grupo y en grupo!!!

Que fácil es dejarse transportar por la música. Hasta se pierde peso, el piso desaparece debajo de los pies, y el infinito está mas cerca.
Piano, batería, saxo, contrabajo, voces cálidas casi silenciosas allá en el fondo.
Cuerpo que se mimetiza y se hace uno con la melodía.
Y la escena aparece como en un sueño.
El inconsciente se hace presente, y comienza a mover su presencia a través de esa danza lúdica y desprejuiciada.
No hay quien vea, ni quien supervise, ni aquel que reprima, y se adueñe del sin sentido.
Todo es juego. Y el juego es cuerpo. Y el cuerpo se juega. Y la red envuelve y acaricia.
Se tira al vacío y en él baila en el caos que ordena y desmitifica.
Cuerpos que se mezclan, se cuentan vibraciones, se hablan en silencio.
Sólo como los cuerpos saben si no los domina la mente. Sólo si la máquina se deja y juega con sus entres.
Soy una fuente. No, soy agua que sale de esa fuente con ritmo de piano.
El contrabajo me transforma ahora en un ánfora griega.
Es de aquí de donde brota el manantial con tono bajo y sin contras. Y el agua fluye y se realimenta. Cada vez llega a mayor altura, casi tocando las nubes que le hacen cosquillas a algunos átomos de mi oxígeno.
Vuelvo a mi natural estado, pero sin haber perdido la capacidad de continuar en este viaje por tierras poco transitadas.
La escenografía cambia, pero no el estar.
Comparto un reparto de cartas en donde miro y me ven, donde el ambiente se hace tibio, tenue con olor a seducción. En donde todavía sigue sonando en las huellas de mi memoria ese jazz envolvente.
Y jugamos. Bebemos chispeantes gotas espumantes con olor a viñedos vivos. Y seguimos en la búsqueda de más y más sensaciones que alguien, desde muy lejos y también tan cerca nos invita a develar, en su estar molar.
En este vívido boceto continuamos, y del que también nos despedimos con alegría y serenidad.
Hay otros que también juegan, sienten.
Se caotizan y se ordenan. Son viento y frío. Son lluvia y deseos. Son pensamientos e ilusiones. Son transparentes, pero también tienen cuerpo. Casi llegando a deshacerse de sus órganos.
A veces no se comprende, pero a quien le importa. El comprender es tarea que obtura, la creación no tiene explicaciones, solo se mide en intensidades.
Y es eso lo que hay, intensidades y potencias en pleno trabajo, transformando justo ideas en ideas justas y entre todos.


He vuelto a esta realidad cotidiana, en donde resonar también tiene que ver con nuestro ordenador español, o nuestra compu argentina. Y es en ella en donde se subraya la palabra caotizan en un rojo brillante, imposible de obviar. En ese lenguaje no existe la conjugación del verbo caotizar, porque tampoco existe este verbo.
Pero en mi cartografía puedo inventar, cambiar de línea, huir, robar tiempos de historias mías y ajenas.
En ella puedo hallar idiomas más amplios, a mi manera.
En aquella lengua, caotizan debería cambiarse por cotizan. Debería arreglarlo? No.
Este es mi mapa, mi ruta, mi caos.
Esta también soy yo.

sábado, 31 de enero de 2009

Gracias a la Vida .....

A mis hijas:
Maravillosas, hermosas, creativas, y por sobre todas las cosas, tan buena gente.
Quiero dedicarles estos versos de la chilena Violeta Parra en agradecimiento por hacerme sentir tan orgullosa.
Y como si esto fuese poco, dan cuenta de que a pesar de todas las dificultades, valió la pena el camino recorrido, sirve el presente trabajoso y trae esperanzas el futuro por venir.
Para Uds. Mari, Chechu y Mamu, con todo mi amor y admiración.

Gracias a la vida
Gracias a la vida que me ha dado tanto.
Me dio dos luceros que, cuando los abro,
perfecto distingo lo negro del blanco,
y en el alto cielo su fondo estrellado
y en las multitudes el hombre que yo amo.

Gracias a la vida que me ha dado tanto.
Me ha dado el oído que, en todo su ancho,
graba noche y día grillos y canarios;
martillos, turbinas, ladridos, chubascos,
y la voz tan tierna de mi bien amado.

Gracias a la vida que me ha dado tanto.
Me ha dado el sonido y el abecedario,
con él las palabras que pienso y declaro:
madre, amigo, hermano, y luz alumbrando
la ruta del alma del que estoy amando.

Gracias a la vida que me ha dado tanto.
Me ha dado la marcha de mis pies cansados;
con ellos anduve ciudades y charcos,
playas y desiertos, montañas y llanos,
y la casa tuya, tu calle y tu patio.

Gracias a la vida que me ha dado tanto.
Me dio el corazón que agita su marco
cuando miro el fruto del cerebro humano;
cuando miro el bueno tan lejos del malo,
cuando miro el fondo de tus ojos claros.

Gracias a la vida que me ha dado tanto.
Me ha dado la risa y me ha dado el llanto.
Así yo distingo dicha de quebranto,
los dos materiales que forman mi canto,
y el canto de ustedes que es el mismo canto
y el canto de todos, que es mi propio canto.

Gracias a la vida que me ha dado tanto.

Gracias, mis amores!