Ya se
habían despedido.
Se
preguntaba si volverían a encontrarse.
Su
relación había sido un tanto incierta. Podían compartir charlas, caminatas,
horas de viento o de calma, pero luego de cada hasta luego, se quedaba con una
cierta sensación de ¿interrogante sin respuesta?
Eso era
exactamente. Tan acostumbrado a sentir que tenía las cosas controladas y esta
vez..., pues no.
Lo invadió el temor con disfraz de frío. Temblaba de arriba abajo sin poder evitarlo. Si regresaba se quedaría sin esa libertad que deseó desde el mismo día en que se había casado.
Ahora estaba
libre. Viudo de una viudez dolorosa pero superada. Su mente no cesaba de pensar. Tejía algoritmos que lo retrotraían a su
profesión. Dejo
de tiritar, y como si todo el calor del universo lo invadiera y pusiera una
claridad inusitada, lo tenía decidido. Se
iría sin mirar atrás para seguir transitando su vida como si fuera un
adolescente, picoteando flores sin atadura alguna. Se
marchó deshaciendo la ruta por la que había llegado, mientras una alfombra de
hojas muertas crujía a su paso cantando su alegría.
No hay comentarios:
Publicar un comentario