domingo, 3 de febrero de 2008

Sobre la baldosa

Escribe....

...... y escribe.
Como si eso de desarmar lágrimas y armarlas en palabras entintadas pudiera sacarla de ese lugar.
Está caminando, en realidad, dando pasos sobre una misma baldosa.
Ese cuadrado cúbico que la encuadra y ahoga.
No se atreve a adelantar un pie y luego el otro. Siente pánico de caerse desde su altura en ese minúsculo lugar.
Y a pesar de este espacio mínimo y fijo, todo se tambalea.
Parece estática. El espejo refleja su parálisis.
Solo ella percibe su interior enloquecido, vertiginosa y dolorosamente ausente de color y calor.
Y desde ahí adentro, sus ojos y su mirada observan perplejos el protagonismo de hasta el aire que respira, y el de esa baldosa en donde está suspendida.
Hasta los colectivos parecen tener vida propia.
Los murmullos que dibujan la música que sopla la radio, las risas que se dibujan en otras caras, su birome que pinta sin sentidos, los sentidos vividos de los otros.
Esos ladrillos que la enfrentan agitan su color, la sopapean para ver si despierta.
Sólo sabe que no está dormida.
Hace lo que no debe, pero es lo único que puede.
Escucha gritos desde muy lejos. Son esos pensamientos embarullados que lastiman la piel, y sus entrañas.
Continente contenido, desarmado, apachurrado por esa tristeza fría, mortal.
A veces se pregunta los motivos.
Reales motivos que habitan palacios ilusorios?
Crueles motivos por falta de incentivos?
Quisiera salir de allí, tener el valor para enfrentarse con lo inevitable.
Ya nada será igual.
Ni ella, ni yo, ni vos, ni ellos, ni los otros.
Todos hemos cambiado.
Sólo es que se resiste.
Y ahi está, en esa cuadrada pequeña baldosa, quieta, dura e inerte, que trata de escupirla hacia otros horizontes.

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