domingo, 20 de enero de 2008

Contrastes

Abasto


Otro lunes en el Abasto.
Este barrio extraño, entre turistas y arrabal.
Entre dólares y dolores humanos.
Entre soberbias y limosnas.
Entre limusinas y corrupción.
Olores varios, a basura, a droga y a prostitución, a humanos sucios y abandonados, a finos perfumes de importada procedencia.
Casas bajas, conventillos lúgubres y oscuros, en donde se mezcla alcohol, desamparo y hacinamiento. Torres altas cinco estrellas que hospedan humanos con raros idiomas.
Chicos pobres de alma y de neuronas, vagando por sus callejuelas cortadas, o peloteando entre la calle y la vereda, sin poder ver el peligro de los autos que por allí circulan a velocidad del ya extinto Concorde.
Barrio de Gardel y su música, de un mercado viejo transformado en shopping nuevo. De indigencia visible durmiendo en colchones roídos que alfombran los portales de la desidia a la vista ciega del mundo.
Mi mente parece alucinar ante tanto contraste.
Caballeros arios transitando tranquilamente en compañía de sus caras maquinas fotográficas, y el mestizaje sudamericano, mal vestido y desgajado portando una botella de cerveza a la que desagota una tras otra sin limite, hasta que el cuerpo aguante.
Barrio donde también caminan los vecinos con sus changos, vacíos de alimentos, repletos de impotencia.
Perros camuflados, marchando al compás de sus dueños. No se sabe quien es quien.
El que ladra y el que habla portan la misma mirada, exhalan el mismo aire, marchan al mismo ritmo.
Descontrol caótico y pacifico, casi adormecido.
Las fuerzas han sido extraídas de sus vidas, las energías quedaron en cada adoquín de estas calles.
El futuro se desdibuja en una palabra que solo se entiende en otros universos.
Los sueños son aquellos que se viven cuando se duerme.
Las posibilidades son las que se manejan minuto tras minuto.
No hay mañanas, ni pasados.
Solo el ahora si hay suerte.

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