Jueves, casi
de madrugada.
Se despertó aturdida luego de una noche de excesos. Recuerda que se había
montado en su coche rumbo a la fiesta de fin de año de la empresa en la que
trabajaba.
Estaban todos. Bueno… casi todos.
Por suerte sus jefes ya se habían ido antes de su llegada. Era habitual que se marcharan pronto para
evitar tener que escuchar discursos patéticamente hipócritas, o solicitudes de
aumento de sueldos que nunca otorgarían.
Se había vestido como si fuera al Teatro Real. ¡Así eran esos eventos! Miró a su alrededor. ¡No reconocía nada! Escuchó lluvia que era la ducha que caía en el baño. Sus ropas en el suelo entremezcladas caóticamente con… Emitió un grito sordo. Estaba en su casa, ésa que había imaginado desde hacia más de un año. Olió su perfume en la almohada. Creyó que estaba soñando. Desde la cocina su voz le preguntaba si quería un café. Seguía aturdida.
Reconoció su labial en esa copa sobre la mesa. Miró hacia la puerta de la habitación y se recorrieron con la mirada como si recién se conocieran. Se echaron a reír sin freno. Se iniciaba el siguiente capítulo, esta vez más espabilada. O eso creía.